sábado, 30 de septiembre de 2017

LLORANDO

Escribo estas malditas letras con todo el dolor de mi alma, sentada viendo llover como si el clima pudiera sincronizarse con lo que estoy sintiendo, como si pudiera entender que me duele todo incluso el corazón que ya no tengo. Estoy sentada sola, acompañada por lo único que no me abandona hasta que ya no tengo dinero para comprar: un buen café, pero hoy es de esos días en los que no puedo disfrutarlo a gusto porque prácticamente me sabe a tierra. 
Aquí sintiéndome pérdida y profundamente dolida me pregunto como puede existir gente tan egoísta, preguntándome hasta que punto les es imposible dejar de lado el orgullo y considerar los sentimientos y la tranquilidad de alguien más un bien propio. ¿Desde cuando buscar dejar un vínculo por perseguir la paz se convirtió en la mayor traición? ¿Desde cuando reclamar un derecho pasó a ser interpretado como una puñalada en la espalda?
Me duele ver la indolencia y la barbarie de un orgullo herido disfrazado de víctima, me duele sentir la impotencia ante la injusticia. 
Hoy no solo estoy llorando entre líneas, hoy estoy llorando en serio, y mientras escribo siento que libero parte de mi ira, y al mismo tiempo lentamente voy perdiendo el alma. Es más creo que hace mucho tiempo la perdí y lo que lloro no es más que un gran vacío en el pecho.
Y quisiera llorar aún mas amargamente para ver si logro sacarme esta tristeza tan desgarradora, todos los días alguien me dice que lo haga, que deje salir todo y ahora veo que lo que sucede es que la esterilidad de mi corazón va aumentando pero no mis lágrimas. 
Quisiera llorar mucho más de lo que en este momento estoy haciendo, gritar, rasgarme las vestiduras y sollozar incontrolablemente haber si así el dolor pasa o se calma, pero no es posible tal vez porque hay circunstancias en las que el dolor es tan fuerte que no hay ni palabras, ni lágrimas suficientes para plasmar tanta desgracia.
Y sigo aquí sola, rumiando la pena de tener que escoger entre continuar luchando por lo que me pertenece materialmente pero perder la poca dignidad y el ultimo trozo de cariño por el camino, o renunciar a todo para continuar alimentando un profundo narcisismo pero salvar las migajas de cordura que me quedan.
Estaba agonizando lentamente pero hoy terminé de morir.

Ratch Kendel








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