domingo, 28 de enero de 2018

Un día me abandoné en tus brazos, en tus labios y en tus ojos, desdibuje mis limites para darte paso absoluto a mi mundo, te convertí en mi sol, de tal forma que completamente orbitaba a tu alrededor... Pero un día la tierra se detuvo y entonces se desató el apocalipsis.
Hoy comprendo que amar tanto es una enfermedad y no un privilegio, que codepender no es un don, es estar matandose de a poco: es un suicidio. 

Quien nos vendió el cuento de que cualquier sacrificio es valido, que amar conlleva dejarse a un lado para convertirse en alfombra del otro. Esta sociedad nos tiene jodidos, porque a los hombres les enseñaron que la mujer es de su propiedad y a nosotras que somos sus subordinadas, y como si eso fuera poco, aprendimos que sufrir es un placer.

No voy con esa idea, porque el amor no debe ser sacrificio, ni renunciar a sí mismo, ni permitirlo todo: eso es chantaje y abuso.Tristemente gracias al contexto cultural estamos tan acostumbrados a sufrir por amor y creer que es todo un premio tener a alguien al lado por mediocre que este sea, y a cambio de un sufrimiento prolongado recibir un abrazo o un beso a cambio. Creemos que las migajas justifican el dolor, y lo cierto es que el fin no justifica los medios. Merecemos ser queridos y amados, toda persona es digna de ser galardonada con el premio del amor.

Un amor sano, sin apegos, que fluya libremente sin necesidad de forzarlo, un amor que no te inquiete, que te cuestione pero no te juzgue, que te confronté pero no te ofenda. 

Ratch Kendel