Ver el mundo expandirse hacia el horizonte es alentador, la libertad adictiva. Se encienden los sueños y el impulso de llegar a la meta es cada vez mas incesante. La luz cada vez es mas clara y luminosa, se ven claramente los detalles del camino, ese sendero que se abre paso solo.
Desde este punto se divisa el final del túnel, se ve el mar, la brisa, la marea va y viene lentamente y huele a sal. Sin haber llegado se siente la arena en los pies.
Aunque lo que falte por andar sea difícil en algunas partes seguir es la única opción. Al final habrá playa y vivencias y eso vale el esfuerzo.
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