Hoy por fin después de tantos años te encontré, mi ángel olvidado. Si hasta pensé que me habías olvidado. Como te extrañe en estos años, cuanto anhele escuchar tu voz, la escuché tantas veces en mi mente y la imaginé diciéndome tantas cosas que cuando la escuché reaccioné de la forma en que menos imaginé: Me callé.
Por Dios eso no puede estar pasando. ¿Y ahora que digo? ¿Te digo que nunca te deje de querer? No, eso no, lo siguiente.
¿Y si te digo lo mucho que te extrañé? Eso está mejor aunque no tan efusivamente. ¿Porque tenías que aparecer en la tormenta de mi vida? ¿Porque justo ahora que no se que hacer?
La vida es maquiavélica, la verdad que si. Ahora se que me extrañas pero sólo por esa nostalgia que nos invade cuando miramos atrás. ¡Que mal!
Y terminamos hablando de los problemas de la vida y sus ires y venires, y descubrí que los celos me matan porque tus horizontes apuntan a donde yo no estoy.
Ratch Kendel
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