Hay días en los que no quiero decir nada
y por decir tengo mucho,
pero en los labios se frenan las palabras
y sin que la tinta haya mermado
el lapicero queda inútil.
Esos días en que las ideas bombardean
mi mente presurosa y soñadora,
y compone millones de oraciones y frases inconclusas
que al papel no logran llegar resolutas.
Días de llantos incontrolables
que inspirarían maravillosas enmiendas,
días repletos de letras innombrables
que por querer salir causan grandes contiendas.
Y así, entre lo mucho y lo poco,
se debaten mi mente y mi mano
mientras tratando de escribir me trastoco
sintiendo este día de frustración tan mundano.
Ratch Kendel
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