Perdí la esperanza de que me leas, que me vuelvas a tener como sólo
tu lo sabes hacer.
Ya no espero que me encuentres, que me susurres al oído, así como
cuando me dejaste atontada la otra vez.
No creo que algún día vuelva a ser arcilla en tus manos, que mi cuerpo
se vuelva a fundir en tu piel.
No espero amanecer de nuevo contigo, con tu alma enterrada en lo
profundo de mi ser.
Y aunque ya no te espero, ni creo volver a tus ojos, tus manos, tu
cuerpo, tu piel, mis letras se niegan a dejar de recordar y padecer.
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